El liderazgo es un elemento fundamental en los equipos y las organizaciones de éxito. Los buenos líderes son capaces de dirigir una empresa hacia sus metas. Asimismo, sacan el máximo partido a cada uno de sus miembros. Y, por supuesto, crean un clima de trabajo positivo, estimulante y favorecedor para todos.
Sin embargo, esto no significa que todos los líderes sean iguales. Es posible liderar un equipo de diferentes maneras. Por ejemplo, en función de los estilos personales. Pero, también, de unas tipologías concretas de liderazgo que son, precisamente, las que vamos a explicar.
Cómo dirigir una empresa: estilos de liderazgo
Las distintas organizaciones tienen, y exigen, líderes distintos. Su histórico, su cultura organizacional, sus objetivos corporativos, sus circunstancias, las personas que las forman… Todos estos aspectos determinan la necesidad de contar con directores de equipo con unas características y rasgos concretos.
En realidad, los especialistas hablamos de que existen cinco grandes tipos de liderazgo: democrático, autocrático, transformacional, transcultural y coaching. Vamos a ahondar en cada uno de ellos y en sus características diferenciales.
Liderazgo Democrático
El principal camino que utilizan estos líderes es ceder parte de su responsabilidad a los integrantes del equipo que dirigen. Por eso, no tienen problemas en permitir que estos participen, al menos parcialmente, en determinadas tomas de decisiones finales.
Una de sus principales ventajas es que mantienen al equipo absolutamente motivado, enchufado a la realidad. Es decir, dispuesto a aportar lo mejor de sí mismo en beneficio del colectivo al que pertenece. Cada uno de sus miembros sabe que tanto su presencia como su participación y su mirada resultan esenciales. Así es como se alcanza la armonía y la productividad tanto de su grupo como de la organización en su conjunto.
Liderazgo Autocrático
En las antípodas operacionales del anterior nos encontramos al líder de este tipo. Se trata de alguien que asume íntegramente todas sus responsabilidades, sin compartir ni un ápice de sus facetas. Todo depende de él y gira a su alrededor. En ocasiones, de manera rígida e, incluso, maniática. Jamás explica o justifica sus actos, ni busca la participación de los demás (tan solo, la obediencia). No muestra el mínimo interés por las opiniones de sus subordinados.
En determinadas circunstancias o etapas puede resultar conveniente este estilo de dirección de personas. Eso sí, no se trata de un enfoque capaz de perdurar en el tiempo de manera prolongada. Un equipo dirigido por un líder así puede experimentar aburrimiento, pérdida de implicación y desarraigo. Además, objetivamente, se pierden muchos conocimientos. Asimismo, se fugan aportes potenciales de aquellos profesionales que están a su cargo y de los que solo se busca la obediencia, pero no la iniciativa ni sus conocimientos.
Liderazgo Transformacional
Estos directores humanos tienen claro que el desarrollo de cada individuo al que dirige es importante para el grupo. Por eso se afanan en poner en marcha iniciativas. Sus estrategias impulsan las habilidades y la mejora de los miembros que integran su equipo. Aprovechan y exprimen su capacidad para identificar quiénes pueden realizar tareas más allá de sus funciones asignadas. Terminan transformando el papel y lo que se espera de cada integrante del colectivo.
La principal consecuencia de este enfoque es una mejora en cada uno de los miembros. Adicionalmente, aumenta la cohesión grupal y la motivación que procede de los continuos retos que plantea. Muchos no eran conscientes de que podían asumir esos encargos hasta que se han dado cuenta de que los han cumplido con éxito.
Liderazgo Transcultural
Como consecuencia de la globalización, cada vez es más frecuente la composición de equipos interculturales. Su líder ha de ser capaz de entender y respetar las diferencias. También, de aunar las fortalezas colectivas y estimular la sincronía y la productividad de todo el grupo.
Se trata de un perfil cada vez más necesario e importante. Y es que, estamos superando las fronteras. Asimismo, estamos ampliando no solo los mercados en los que trabajamos, sino la composición polinacional de nuestros colaboradores y empleados.
En países con muchos inmigrantes, son capaces de aunar y redireccionar las particularidades en una única dirección. Conforme las fronteras se superan, este estilo de dirección se torna más y más necesario.
Coaching para liderar un equipo
Este estilo directivo alimenta el aprendizaje del equipo. Convierte a su protagonista en una especie de mentor que asume el papel de enseñar, entrenar e impulsar la mejora profesional y personal de cuantos están a su cargo. Habitualmente, de su presencia se deriva la existencia de un equipo premium. Hablamos de un grupo unido, motivado y firmemente orientado hacia la mejora y el éxito de la organización.
Somos, por lo tanto, capaces de dirigir una empresa de diferentes maneras. Liderar un equipo tiene mucho de estilo personal. Ahora bien, también existen categorías específicas que establecen formas similares de hacer las cosas. El liderazgo ha de adecuarse a las características de cada situación. Y en ello estamos.